De un tiempo para acá no siento simpatía por nuestro antiguo monarca, en nada se parece el Borbón a aquel muchacho que llegara a España siendo un niño, sin ninguna protección a ponerse bajo el amparo del general. Aún menos me recuerda al joven que luchara contra viento y marea para instaurar la monarquía en España y traer la democracia. Ahora el Borbón se ha convertido aparentemente con la edad y el rodar de los años en un ser decrépito y con una imagen poco agradable para muchos de sus súbditos. Sus actuaciones personales dan mucho de que hablar, reviviendo en los españoles una alternativa casi imposible de pensar hace unos años: la República.
Todo parte de conductas personales del decadente monarca, no hablo de posturas institucionales, sino de formas de vida llevadas a cabo en el siglo XXI y que recuerdan a las propias de su antepasado Fernando VII. Ahí están las cacerías de osos en Rusia, los malos modos en actos públicos con la Reina, los afer con su supuesta amante y por supuesto la cacería del elefante en África, por la que tuvo que pedir públicamente perdón por su actuación de un modo patético.
Por aquel entonces Juan Carlos I había dejado de tener mi simpatía y pensé que lo mejor que podía hacer era abdicar y dedicarse a sus actividades favoritas, que ya sabemos las que son.
Mientras tanto, un hecho puntual vino a ensombrecer más la monarquía, llegando de la mano del joven y atractivo yerno del rey, aquel que contaba con el beneplácito de la gran mayoría de los españoles, hablo del duque de Palma, don Iñaki Urdangarín, al que le resultó insuficiente ser el yerno del rey y decidió por su cuenta y riesgo convertirse en un magnate de las finanzas del modo más cómodo que nos podemos imaginar. Actividad que compartió con su cónyuge la infanta Cristina, a la que no le bastaba la asignación que recibe de la Casa Real, ni los honorarios millonarios asignados en la Caixa por el trabajo que desempeña en la Fundación. Esa implicación en el caso Noos,una de las trama mayores de corrupción de nuestro país, llevará a los duques de Palma a sentarse en el banquillo de los acusados con las consecuencias penales que acarreen.
Para finalizar quiero hacerlo con la última noticia que tengo de don Juan Carlos I, que según he podido leer en la prensa, se encontraba en California, concretamente en la ciudad de Los Ángeles, donde pasó el Año Nuevo celebrándolo en uno de los restaurantes más caros de Beverly Hills, hablo de The Lvy, conocido por albergar el mayor número de famosos por metro cuadrado. Y mientras, aquí en España, sus antiguos súbditos jodiéndonos con la crisis, aguantando las corrupciones y los más desgraciado esperando el desahucio.
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